Páginas

12 de noviembre de 2011

In taberna quando sumus

No hace falta más que un vistazo a este blog para adivinar que su dueña es amante del jugo de la vid y sus templos. Ya desde niña tenía claro cuál sería mi deseo si un día se presentaba un genio mágico: convertirme por un momento en hombre y entrar como tal en una taberna.

Llámenme machista (que no lo soy), pero me gusta que siga habiendo tabernas donde no puedo entrar sin sentirme intrusa. Quedan pocas en el mundo, pero todavía las hay (aunque algunas apuntan al epitafio). Y, cuando me topo con ellas, disfruto con la sensación de mirar desde fuera, de no poder cruzar el umbral de la puerta por no perturbar ese trozo de universo paralelo reservado a los hombres. Me conformo con esa bofetada de olor a vino derramado y los retales de conversaciones acaloradas y voces roncas que llegan hasta la calle. Me vale con imaginar lo que se cuece dentro y pensar que lleva cociéndose así, con el mismo sabor, durante siglos.

Dios salve al Rinconcillo, a Morales, a Mateo... y al resto de templos donde me siento como en casa. No se me malinterprete. Agradezco la libertad, la igualdad y, sobre todo, la oportunidad de poder saborear los mismos tragos que un hombre de manera natural. Pero, aparte de eso, reivindico la supervivencia de ciertos refugios, aún sin "contaminación". Quizás porque me recuerdan a mi infancia, cuando le llevaba un recado a mi padre a la tasca de turno y me quedaba en la acera, sin pisar siquiera el sardiné, haciéndole gestos para que saliera mientras, desde fuera, observaba ese cosmos sucio y ruidoso que me atraía poderosamente.

Hombres del mundo, proteged vuestros refugios. No dejéis que entremos sin ser mal vistas. Uníos, bebed, disfrutad. Olvidaos del mundo que gira afuera, de las mujeres que os atormentan, de las que os aman, de las que os manejan,... Servíos otra copa y seguid riendo, vaciad vuestros bolsillos mientras se van vuestros pesares. Sed hombres.

Mujeres del universo, levantemos nuestros propios baluartes y prohibámosles la entrada. Bebamos sin ellos, ríamos, quejémonos de los hombres que amamos, de los que os engañan, de los que no os entienden, de los que creen cuidaros... Purguemos nuestras culpas y desgracias juntas. Seamos mujeres.

¡Larga vida a las tabernas! Miren si no, estos versos que se remontan al siglo XIII.  Está claro que hay cosas que el tiempo no cambia... algunas afortunadamente.



Poema perteneciente al manuscrito Carmina Burana, musicado por Carl Orff.
In taberna quando sumus,
non curamus quid sit humus,
sed ad ludum properamus,
cui semper insudamus.
Quid agatur in taberna
ubi nummus est pincerna,
hoc est opus ut queratur,
si quid loquar, audiatur.

Quidam ludunt, quidam bibunt,
quidam indiscrete vivunt.
Sed in ludo qui morantur,
ex his quidam denudantur
quidam ibi vestiuntur,
quidam saccis induuntur.
Ibi nullus timet mortem
sed pro Baccho mittunt sortem.

Primo pro nummata vini,
ex hac bibunt libertini;
semel bibunt pro captivis,
post hec bibunt ter pro vivis,
quater pro Christianis cunctis
quinquies pro fidelibus defunctis,
sexies pro sororibus vanis,
septies pro militibus silvanis.

Octies pro fratribus perversis,
nonies pro monachis dispersis,
decies pro navigantibus
undecies pro discordantibus,
duodecies pro penitentibus,
tredecies pro iter agentibus.
Tam pro papa quam pro rege
bibunt omnes sine lege.

Bibit hera, bibit herus,
bibit miles, bibit clerus,
bibit ille, bibit illa,
bibit servus cum ancilla,
bibit velox, bibit piger,
bibit albus, bibit niger,
bibit constans, bibit vagus,
bibit rudis, bibit magus.

Bibit pauper et egrotus,
bibit exul et ignotus,
bibit puer, bibit canus,
bibit presul et decanus,
bibit soror, bibit frater,
bibit anus, bibit mater,
bibit ista, bibit ille,
bibunt centum, bibunt mille.

Parum sexcente nummate
durant, cum immoderate
bibunt omnes sine meta.
Quamvis bibant mente leta,
sic nos rodunt omnes gentes
et sic erimus egentes.
Qui nos rodunt confundantur
et cum iustis non scribantur.
Cuando estamos en la taberna
nos despreocupamos del mundo,
nos entregamos al juego
y por él siempre sudamos.
La cuestión es ésta: quien se pregunte
qué se hace en la taberna,
donde el dinero va y viene,
escuche lo que digo.

Unos juegan, otros beben,
otros de forma indiscreta viven.
Pero de los que se dedican a jugar
unos allí pierden su ropa,
otros consiguen vestirse,
otros se visten con saco.
Nadie allí teme a la muerte
y por Baco tientan la suerte.

Monedas para la primera copa de vino,
de ella bebe el libertino,
beben la segunda por los cautivos,
después de estas la tercera por los vivos,
la cuarta por todos los cristianos,
la quinta por los fieles difuntos,
la sexta por las monjas casquivanas,
la séptima por los soldados silvanos,

la octava por los frailes perversos,
la novena por los monjes dispersos,
la décima por los navegantes,
la undécima por los discordantes,
La duodécima por los penitentes,
la decimotercera por los los caminantes.
Tanto por el papa como por el rey
beben ya todos sin ley.

Beben la dueña y el dueño,
bebe el soldado, bebe el religioso,
bebe el hombre, bebe la mujer,
bebe el siervo con la criada,
bebe el rápido y el lento,
bebe el blanco, bebe el negro
bebe el constante, bebe el vago,
bebe el campesino, bebe el mago.

Bebe el pobre y el doliente,
bebe el desterrado y el ignorado,
bebe el joven, bebe el viejo,
beben el prelado y el decano.
Bebe la hermana, bebe el hermano,
bebe la vieja, bebe la madre,
bebe ella, bebe él,
beben ciento, beben mil.

Poco duran seiscientas monedas
cuando se bebe sin moderación.
Beben todos sin final, aunque
beban con mente alegre.
Así nos fastidian todas las gentes
y así seremos pobres.
Que los que nos fastidian se vean
Confundidos y no sean tenidos por justos.