27 de diciembre de 2011
12 de noviembre de 2011
In taberna quando sumus
Llámenme machista (que no lo soy), pero me gusta que siga habiendo tabernas donde no puedo entrar sin sentirme intrusa. Quedan pocas en el mundo, pero todavía las hay (aunque algunas apuntan al epitafio). Y, cuando me topo con ellas, disfruto con la sensación de mirar desde fuera, de no poder cruzar el umbral de la puerta por no perturbar ese trozo de universo paralelo reservado a los hombres. Me conformo con esa bofetada de olor a vino derramado y los retales de conversaciones acaloradas y voces roncas que llegan hasta la calle. Me vale con imaginar lo que se cuece dentro y pensar que lleva cociéndose así, con el mismo sabor, durante siglos.
Dios salve al Rinconcillo, a Morales, a Mateo... y al resto de templos donde me siento como en casa. No se me malinterprete. Agradezco la libertad, la igualdad y, sobre todo, la oportunidad de poder saborear los mismos tragos que un hombre de manera natural. Pero, aparte de eso, reivindico la supervivencia de ciertos refugios, aún sin "contaminación". Quizás porque me recuerdan a mi infancia, cuando le llevaba un recado a mi padre a la tasca de turno y me quedaba en la acera, sin pisar siquiera el sardiné, haciéndole gestos para que saliera mientras, desde fuera, observaba ese cosmos sucio y ruidoso que me atraía poderosamente.
Hombres del mundo, proteged vuestros refugios. No dejéis que entremos sin ser mal vistas. Uníos, bebed, disfrutad. Olvidaos del mundo que gira afuera, de las mujeres que os atormentan, de las que os aman, de las que os manejan,... Servíos otra copa y seguid riendo, vaciad vuestros bolsillos mientras se van vuestros pesares. Sed hombres.
Mujeres del universo, levantemos nuestros propios baluartes y prohibámosles la entrada. Bebamos sin ellos, ríamos, quejémonos de los hombres que amamos, de los que os engañan, de los que no os entienden, de los que creen cuidaros... Purguemos nuestras culpas y desgracias juntas. Seamos mujeres.
¡Larga vida a las tabernas! Miren si no, estos versos que se remontan al siglo XIII. Está claro que hay cosas que el tiempo no cambia... algunas afortunadamente.
Poema perteneciente al manuscrito Carmina Burana, musicado por Carl Orff.
In taberna quando sumus,non curamus quid sit humus,sed ad ludum properamus,cui semper insudamus.Quid agatur in tabernaubi nummus est pincerna,hoc est opus ut queratur,si quid loquar, audiatur.
Quidam ludunt, quidam bibunt,quidam indiscrete vivunt.Sed in ludo qui morantur,ex his quidam denudanturquidam ibi vestiuntur,quidam saccis induuntur.Ibi nullus timet mortemsed pro Baccho mittunt sortem.
Primo pro nummata vini,ex hac bibunt libertini;semel bibunt pro captivis,post hec bibunt ter pro vivis,quater pro Christianis cunctisquinquies pro fidelibus defunctis,sexies pro sororibus vanis,septies pro militibus silvanis.
Octies pro fratribus perversis,nonies pro monachis dispersis,decies pro navigantibusundecies pro discordantibus,duodecies pro penitentibus,tredecies pro iter agentibus.Tam pro papa quam pro regebibunt omnes sine lege.
Bibit hera, bibit herus,bibit miles, bibit clerus,bibit ille, bibit illa,bibit servus cum ancilla,bibit velox, bibit piger,bibit albus, bibit niger,bibit constans, bibit vagus,bibit rudis, bibit magus.
Bibit pauper et egrotus,bibit exul et ignotus,bibit puer, bibit canus,bibit presul et decanus,bibit soror, bibit frater,bibit anus, bibit mater,bibit ista, bibit ille,bibunt centum, bibunt mille.
Parum sexcente nummatedurant, cum immoderatebibunt omnes sine meta.Quamvis bibant mente leta,sic nos rodunt omnes genteset sic erimus egentes.Qui nos rodunt confundanturet cum iustis non scribantur. Cuando estamos en la tabernanos despreocupamos del mundo,nos entregamos al juegoy por él siempre sudamos.La cuestión es ésta: quien se preguntequé se hace en la taberna,donde el dinero va y viene,escuche lo que digo.
Unos juegan, otros beben,otros de forma indiscreta viven.Pero de los que se dedican a jugarunos allí pierden su ropa,otros consiguen vestirse,otros se visten con saco.Nadie allí teme a la muertey por Baco tientan la suerte.
Monedas para la primera copa de vino,de ella bebe el libertino,beben la segunda por los cautivos,después de estas la tercera por los vivos,la cuarta por todos los cristianos,la quinta por los fieles difuntos,la sexta por las monjas casquivanas,la séptima por los soldados silvanos,
la octava por los frailes perversos,la novena por los monjes dispersos,la décima por los navegantes,la undécima por los discordantes,La duodécima por los penitentes,la decimotercera por los los caminantes.Tanto por el papa como por el reybeben ya todos sin ley.
Beben la dueña y el dueño,bebe el soldado, bebe el religioso,bebe el hombre, bebe la mujer,bebe el siervo con la criada,bebe el rápido y el lento,bebe el blanco, bebe el negrobebe el constante, bebe el vago,bebe el campesino, bebe el mago.
Bebe el pobre y el doliente,bebe el desterrado y el ignorado,bebe el joven, bebe el viejo,beben el prelado y el decano.Bebe la hermana, bebe el hermano,bebe la vieja, bebe la madre,bebe ella, bebe él,beben ciento, beben mil.
Poco duran seiscientas monedascuando se bebe sin moderación.Beben todos sin final, aunquebeban con mente alegre.Así nos fastidian todas las gentesy así seremos pobres.Que los que nos fastidian se veanConfundidos y no sean tenidos por justos.
18 de octubre de 2011
El "Negado"
Nunca olvidaré aquella primera clase, mi primer reto docente: explicar las Vanguardias literarias a un grupo de doceañeros. Intenté aplicar todas las técnicas que había aprendido en la teoría: cambiar el tono de voz, moverme por el aula, interpelarles, sorprenderles, captar su atención, contagiar mi entusiasmo... Las cosas salieron más o menos bien. Acabó la exposición y llegó el turno de las actividades.
- En los próximos diez minutos, individualmente, tenéis que hacer un caligrama -anuncié.
Las reacciones fueron prontas:
- ¡Qué difícil! No sabemos, maestra...
- Pero ¿cómo lo vamos a hacer?
- ¡Ala, que nosotros no somos poetas, seño!
Se me echaron encima con quejas y dificultades.
- Vamos, vamos, que no es para tanto -intenté calmarlos.- No os pido que seáis Apollinaire. Sólo que juguéis a serlo, intentadlo al menos. Una frase, un pensamiento, no tiene ni que rimar siquiera, escrita con una forma que os sugiera algo. No es tan difícil como creéis. Seguro que algo interesante saldrá. Eso sí: no quiero facilidades para salir del paso. Sed originales. No quiero ver corazones, soles, ni estrellas, ¿eh?
Siguieron farfullando aún algunas quejas mientras se ponían a ello, pero pasados unos minutos tenía treinta cabecitas inclinadas sobre el cuaderno, bolígrafos creando y alguno que otro siendo mordisqueado mientras las ideas fluían.
Había dado diez minutos para hacerlo. A ellos siempre les parecía poco tiempo. No habían pasado apenas cinco y Zetanito el "Negado" levantó la mano para que acudiera a su mesa. Había terminado su caligrama. Tomé su cuaderno y mentalmente leí algo parecido a: "Me gusta su color amarillo, sabroso y dorado como un trozo de sol". Las palabras se disponían en renglones que formaban un dibujo similar al siguiente:
6 de octubre de 2011
Blanco y negro VIP
22 de septiembre de 2011
Cosas que se olvidan... o no
Llevo varios días pensando en mi infancia. Concretamente, desde el pasado lunes. Una entrevista de trabajo con demasiadas preguntas sobre mi pasado más remoto me ha encendido el motor de búsqueda de imágenes perdidas.
Así, navegando en retroceso he llegado hasta un hecho antes cotidiano, que ya apenas recordaba: mi padre y los cuentos.
Había olvidado -me parece mentira- el ritual compartido cada noche:
Después de un largo día, mi padre se iba a la cama mientras mi madre terminaba de recoger los despojos de la cena. Yo, polizonte descarada, lo seguía y de un salto subía a la cama para pedirle un cuento. Él accedía sin resistencia al capricho de la niña de sus ojos y empezaba:
-Érase una vez dos hermanos...
-¡Nooooo! -interrumpía yo.- Ése no. Otro, que ése ya me lo sé.
Entonces preguntaba el buen hombre:
-¿Cuál quieres? ¿"Mariquita y Periquito" o "Zurroncito"? Yo no me sé más que esos dos...
Y yo contestaba cada noche:
-Es igual, ninguno de esos. Mejor, te cuento yo uno.
Y así, noche tras noche, inventaba un cuento nuevo para mi padre. Tumbada mirando al techo, relataba la improvisada historia. La enredaba y enredaba hasta acabarla de la forma más sorprendente, sintiéndome orgullosa de mi relato al llegar el fin. Pero cuando el "colorín colorado" salía de mi boca, volvía la vista hacia mi padre y estallaba el enfado: Otra vez se había quedado dormido, siempre se perdía el final de mis historias... Un segundo más tarde de la indignación, le perdonaba. Entonces, como una madre, le daba un beso en la frente, lo arropaba bien y bajaba de la cama con sumo cuidado para no despertarlo. Así, cada noche.
Me parece increíble que hubiera olvidado por completo esa rutina. No sé en qué momento, qué noche, dejé de seguir a mi padre para dormirlo con cuentos. Quizás alguna vez le pida que me cuente uno él a mí: "Mariquita y Periquito" o "Zurroncito", me es igual. Cualquiera de los dos me sonarán a gloria.
12 de septiembre de 2011
3 de septiembre de 2011
La pregunta
-"¿Qué camino debo tomar?"-dijo tristemente Alicia.
-"No lo sé, ¿hacia dónde quieres ir?"-dijo el gato mientras desaparecía y dejaba sólo su sonrisa.
-"Eso no importa"-comenzó a sollozar Alicia.
-"Entonces... tampoco importa el camino que tomes"- dijo el gato y desapareció...
8 de agosto de 2011
12 de julio de 2011
Un año más
A la Rubita de la Plaza los cumpleaños la ponen rara. No se puede llamar tristeza lo que siente: un amante de la vida como ella nunca se permitiría sentir pena por vivir otro año, aunque solo sea por el recuerdo de los que no pueden hacerlo. Es una sensación que nunca sabe describir, pero se repite siempre. Es quizás la certeza de saber que el tiempo no se detiene, que la vida no era como creía, que las personas son imperfectas sin remedio como ella misma, que mientras crece también papá y mamá envejecen, que al fin y al cabo era verdad eso que un día anotó en su diario: "madurar es aprender a perder".
Querida niña que estás en mí, no tengas miedo. La vida es un milagro en equilibrio, más débil del que podemos pensar, pero el amor y la esperanza siempre harán, pase lo que pase, que merezca la pena.
26 de junio de 2011
El arte de la Feria
Mi calle Feria sigue siendo -como dijera Chaves Nogales- una síntesis perfecta del Universo. Desde la primera vez que la paseé, una calurosa tarde de julio mientras buscaba alojamiento, me planteé qué curioso habría de ser vivir aquí, pues desde su trazo la calle parecía querer revelarme un mensaje estratégicamente escrito: que, aun empezando con Amargura, la Esperanza nos espera siempre tras un Rosario de vivencias. No se puede vivir mal aquí, pensé. Y no me equivocaba.
Algún día le dedicaré esa entrada que le debo al barrio donde viven, probablemente, las Vírgenes más guapas de Sevilla. Cómo no voy a ser dichosa en la Plaza de los Carros, si la mejor cerveza de la ciudad, la de Vizcaíno, y uno de los mejores tintos, el de Bodega Mateo, están siempre a mano para aliviarme los pesares. Queda pendiente el homenaje. Se lo he prometido muchas veces a cierto amigo que siempre me espera sentado tras su ventana. Hasta entonces, vaya un ole por mis placeros artistas:
12 de junio de 2011
La boda de mi mejor amiga
Querida amiga, solo tú y yo sabemos lo que fue esa etapa. Para nosotras quedarán siempre los momentos de sevillanía, los conciertos improvisados, las sesiones nocturnas de batita y brasero, los martes de pescaíto cofrade, el código alfa, las peregrinaciones macarenas, los jueves de cabeza alta y buenas noches, las bermuditas de San Anthony,... Nos daba igual cantar en Sierpes que en la Plaza Nueva, estaba lloviendo en Sevilla y pocas veces solía ocurrir, ninguna de las dos lo esperaba pero pronto aprendimos que aquí estas cosas suceden así. Lo mismo llevábamos un simpecao de color verde, de color verde, que tri tri tri trianeábamos. Por eso, será siempre inevitable que cuando vuelvas a Sevilla en primavera, regresemos a los veinte años recorriendo sus callejas, al olor de los naranjos y a tantas y tantas cosas que no se pueden contar.
Pasaron los años. Tú volviste a Morón y yo me quedé aquí, pero lo vivido no hay quien lo borre. Ahora, estás a punto de empezar otra etapa nueva. Quizás la más importante, en la que formarás tu propia familia y construirás los cimientos de otras vidas que están por venir. Algún día en un futuro, Dios mediante, nos veremos hablando de que tu hija mayor viene a vivir a Sevilla para estudiar su carrera... y ese día, no hará falta ni comentarlo, tú y yo la envidiaremos, y de corazón le desearemos que tenga la misma suerte que tuvimos nosotras, que encuentre a alguien con quien compartir las ilusiones de su juventud y todo lo bueno que nuestra Hispalis ofrece a quien sabe quererla.
La Giralda me ha pedido que te mande este mensaje: que te desee de su parte la mayor felicidad que sea capaz de albergar tu cuerpo, que la nueva etapa que comienzas te dé ese brillo en los ojos que veía en ti cuando empezabas tu noviazgo con Juanito, que no dejes de escaparte para verla furtivamente alguna vez, que le hables siempre que quieras (incluso desde Morón ella te escucha, ¿sabes?) y, por último, insistió mucho en que no la olvides nunca. Ya le he dicho yo que eso no ocurrirá, que en tu casa le has dedicado un espacio privilegiado y que lo de la otra noche no fue una despedida ni mucho menos. Se lo he dicho y se ha quedado más conforme, pero no veas el apuro que tenía.
Por mi parte, amiga, te deseo que seas muy feliz. Estoy segura de que vas a serlo. Nos vemos en menos de una semana. Nadie más se dará cuenta, pero tú y yo sabremos que a esa misma hora, al unísono de las campanas de los Salesianos de Morón, la Giralda estará repicando en Sevilla especialmente para ti, para celebrar con gozo la boda de mi mejor amiga.
15 de mayo de 2011
Sin indiré
Cuando al mundo mi persona se asomó,
en Jerez de la Frontera donde nací,
me encontré con estas manos pa hacer palmas,
esta cara y dos pinreles pa bailar el garrotín.
Mu poquito, mu poquito,
una cosa que no es ná,
pero muchas la quisieran,
que tiren pa donde quieran
que Dios no se las da.
(...)
Cuando a mí me bautizaron sucedió
lo que nunca volverá ya a suceder
que la agüita andaba escasa por entonces
y la pila la llenaron con vinito de Jerez.
Quizás sea por mi reciente estancia en la ciudad de los tabancos, pensé. Tal vez, el regusto de Tío Pepe me domina el subconsciente...
Al fin, he caído en la cuenta: mañana se cumplen 16 años sin ella. Era mi cabecita la que me mandaba la "indiré":
Torbellino de colores que no había que perderse. Faraona de la vida que se comió cuan tigre. Así era Lola.
28 de abril de 2011
Los desterrados
Ya duele el azahar en la memoria.Cómo lastimala luz aquella.
Ahora,
un incensario de plata - péndulo de plata
del reloj de mi tiempo- estará dando
mi pena en un punto en aquel sitio.
Duele el incienso, duéleme en el alma
la lenta cera ardida, oigo el ruido
de los pies que sisean bajo el paso
en el silencio de la madrugada,
como llamando, ¿a quién?, como llamándome.
Regresando estará la luz ahora
a la ciudad que es suya, a su costumbre
de ser azul y cielo y siempre mía,
y avanza a paso largo la memoria
de regreso a su casa.
Es cruel el destierro. Cae de bruces
sobre la dolorosa dicha aquella.
Intentar levantarlo
es más cruel aún. Quiere estar solo,
entre dos luces, por aquella calle.
Donde nací una vez moriré siempre.
Releyendo la "Madrugada del destierro" de Rafael Montesinos, he sentido como nunca el significado de sus palabras; porque esta vez todos hemos sido desterrados, a fuerza de lluvia, de esa Gloria que habíamos esperado habitar por unos días. La tierra prometida se presentaba estéril a los hijos de Hispalis que, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas, no reconocían la ciudad de sus recuerdos. Era el día esperado, la hora marcada, el lugar indicado, y nada era lo que debía ser. ¿Dónde estaba el incienso, la cera, el cortejo, la bulla, el silencio, la música, sus ojos, sus manos? Pasaba un día, otro y otro... y sólo la lluvia acudía a la cita. Sufríamos el dolor del exilio en una patria que se parecía pero estaba muy lejos de ser la nuestra. Ahora sé cómo duele el azahar en la memoria...
11 de abril de 2011
Luz de guía
Ya está el incienso en navetas; los incensarios lo aguardan para encenderlo contigo y prenderlo con tus ganas de, atravesando la bulla de su niebla, encontrarte de frente con la turbadora estampa de un Amor supremo que nos grita con tan solo una mirada: "No importa el cansancio ni el dolor de la caída; mientras así nos lo manden, hay que volver a levantarse".
Casi es la hora. No hay quien detenga el reloj. A lo lejos, se impacientan los balbucientes tambores. Un quejido anticipado se escapa de alguna garganta y delata a las saetas, silenciadas en profundos recovecos, esperando la herida definitiva que las libere; por qué en esta ciudad habrá entrañas destinadas a rasgarse eternamente sin piedad de cicatrices…
Ya están puestas nuestras almas para buscar en las calles -que tantos siglos se callan- esa luz que, tras de sí, traerá el cortejo de los días que forman esa Semana por la que todas las demás existen.
Pasados los días, cuajadas las noches, cerrados los cielos de marzo… Ya no queda tiempo para seguir esperando. ¡Sevillanos, a la calle! Que rompe el alba el horizonte con su blancura de plata. Ahora sí. No hay más guía que esa luz que contagia a la mañana, porque hasta el cielo querrá colarse en su palio para mirarla a la cara y leer de cerca sus labios susurrando: “No te vayas que, aun viniendo tras de mí Salud, Caridad, Esperanza…, también vendrán Soledad, Angustias, Tristezas, Lágrimas… y, ante ellas, yo no quiero que falte Paz en tu alma”.
Ya está aquí para guiarnos la primera que nos hiere pues, junto a su anunciada calma, nos trae también la batalla de emociones que se agolpan en el pecho, rivalidad de recuerdos coleccionados que nos lastiman un año más por conmovernos. Vuelve el albor a sacudir los cinco sentidos: hasta tacto tendrá la pureza de esta Madre, el mismo que la mano infantil que se aferra a la nuestra en su primera Semana Santa. Ya está en marcha lo que tanto esperábamos; cuando aún no se nos ocurre acordarnos del final, viene Ella con su mirada repleta de amaneceres que no quieren atardecer.
Se acabó la espera. Despierta, Sevilla niña, que ya es Domingo de Ramos. No hay tiempo para más sueños, ni recuerdos, ni nostalgias. El plazo se ha consumado. Que lo grite la Giralda: ¡Porvenir, abre la puerta que la Paz está alumbrando! Ya en la calle hay una Luz que está tendiendo la mano...
4 de abril de 2011
Devociones de cal y olivo
Yo no estaré allí; pero llegará el Domingo de Ramos y se abrirán las puertas de los Salesianos a una mañana que siempre llama con palmas y niños hebreos deseosos de estrenar la Semana.
Después caerá la tarde y Morón será Cautivo en la Paz de otro Domingo de Ramos consumido.
Vendrá el Lunes Santo para iniciar el Calvario que queda a Merced del Mayor Dolor que nos espera.
Otro día más y el silencio envolverá a la Buena Muerte, dejando un sabor a Amargura...
El Miércoles, una oración entre olivos volará del Montesión de San Francisco al corazón de Loreto.
Llegará el Jueves y casi casi habrá muerto la Semana, pero aún encontrarán los moroneros en su Expiración la Esperanza.
Horas más tarde, Jesús será Nazareno en la Madrugá de la Fuensanta, con Morón de cirineo.
El Viernes se cumplirá el rito del Santo Entierro.
Y, el Sábado, Morón se quedará solo con su Soledad...
Un año más pasará. Yo no estaré allí. Calle Padre Galán, Carrera, San Miguel, Morenas, Corredera, Pozo Nuevo, Ayuntamiento. Yo no os veré; pero Morón volverá a vivir su Semana Santa, entre calles de cal y cuestas, allá en la Sierra Sur.
22 de marzo de 2011
20 de marzo de 2011
El beso de la Victoria
Pero, a veces, la vida nos da una segunda oportunidad para enmendar los renglones torcidos que escribimos. Así, pasado el tiempo, queriendo conocer cada rincón del alma de esta ciudad que me acoge, una tarde de domingo me llevaron ante ti para besar tu mano. Y fue entonces cuando te vi. Y fue entonces cuando ocurrió. Me venciste, Victoria. En el primer segundo me sometiste para siempre. No es por casualidad ese nombre tuyo. Ahora lo sé. Victoria, me venció tu serena tristeza, tu sollozo suspendido en el tiempo, el temblor congelado de tu labio, el tibio llanto que te ahoga, tu bello dolor inenarrable, tu cara de niña buena. ¡Quién podía imaginar que en esa inhóspita capilla reinaras como una rosa en el desierto! Sólo tú me bastaste para herirme; que no te hacen falta flores, ni música, ni palio, ni perfumes, ni templo, ni corona, ni Sevilla, pues tú sola eres Victoria.
Besé tu mano, envuelta en tu callado llorar sin fuerzas y, al separar de ti mis labios, ya sólo quería ser peana bajo tus pies. Esa derrota de tu mirada que me venció para siempre la llevo hoy grabada entre las sienes. Algo en tu cara me dice que, si levantases la vista, en la niña de tus ojos brillaría mi Esperanza. Ahora ya sólo pienso en qué será de mí, qué otra derrota me espera cuando este Jueves Santo te vea caminando sobre Sevilla, con tus pies de amor y entrega, cuando de frente encuentre tu soberana presencia, nos anochezca juntas y la blanca cera se agote mientras tu llanto no cesa.
Vencida estoy. Lo confieso. Sólo un segundo ante ti, frente a frente, tu mano bajo mis labios y el dolor hecho belleza bastaron para vencerme. Aún no sé si llamarme sevillana, pero un segundo de Victoria me convirtió en cigarrera.